”Clătinare”-”Cabeceo”de André Cruchaga (traducido al rumano por Elisabeta Botan)
CLĂTINARE
Deseori clătinarea vocalelor a fost ca o furtună,
hostia germinală a timpului, spicul înnebunit
după piatră, floarea ce a reținut mirosul.
(Deodată, cred, dincolo de noțiuni, că vorbele
ne spun totul: Góngora sau Quevedo, masca ferestrelor,
mucul aruncat în mierea cofetăriilor;
pe suprafața acoperișului, la frontiera cu iarna,
picături de aer încolăcite de curcubeu, splendoarea scuturând
frunzișul. Deodată, noaptea, samarele,
taburetele rocii, de asemenea, au noțiuni de vânt,
murmurul ciocanelor în piept. Așa e vântul,
un vizitator ciudat, mimesis de pâlnii,
scară pulsantă în glabelă. Văl de sfârc peste carte.)
Dintotdeauna descâlcește iuta orizontului, spală atingerea
de fermenți. E, apoi,
un alt fel de noțiune precum incandescența realității
după oglinzi, pasiunea necontrolată de suburbii,
râul de lapte al memoriei rupând digul amintirilor
și anumite răutăți ce împregnează cuvintele.
Barataria, 15.X.2013, din cartea POST-SCRIPTUM
CABECEO
A
menudo ha sido ventarrón el cabeceo de vocales,
la hostia germinal del tiempo, la espiga desvivida
sobre la piedra, la flor que retuvo el olfato.
(De pronto, creo, más allá de las nociones, que las palabras
nos dicen todo: Góngora o Quevedo, el antifaz de las ventanas,
la colilla desecha en la miel de las confiterías;
en la superficie del techo, la fontanería del invierno,
gotas de aire enroscadas en el arco iris, el esplendor sacudiendo
la hojarasca. De pronto, también, la noche, las albardas,
el taburete de la roca, tienen noción de viento,
murmullo de martillos en el pecho. El viento es así,
un visitante extraño, mímesis de embudos,
escalera pulsante en el entrecejo. Velo el pezón sobre el libro.)
Desde siempre desenreda el yute del horizonte, limpia el tacto
de fermentos. Hay, luego,
otro tipo de nociones como la incandescencia de la realidad
sobre espejos, la pasión incontrolada por los suburbios,
el río de leche de la memoria rompiendo el dique de los recuerdos
y ciertas malezas que empañan las palabras.
la hostia germinal del tiempo, la espiga desvivida
sobre la piedra, la flor que retuvo el olfato.
(De pronto, creo, más allá de las nociones, que las palabras
nos dicen todo: Góngora o Quevedo, el antifaz de las ventanas,
la colilla desecha en la miel de las confiterías;
en la superficie del techo, la fontanería del invierno,
gotas de aire enroscadas en el arco iris, el esplendor sacudiendo
la hojarasca. De pronto, también, la noche, las albardas,
el taburete de la roca, tienen noción de viento,
murmullo de martillos en el pecho. El viento es así,
un visitante extraño, mímesis de embudos,
escalera pulsante en el entrecejo. Velo el pezón sobre el libro.)
Desde siempre desenreda el yute del horizonte, limpia el tacto
de fermentos. Hay, luego,
otro tipo de nociones como la incandescencia de la realidad
sobre espejos, la pasión incontrolada por los suburbios,
el río de leche de la memoria rompiendo el dique de los recuerdos
y ciertas malezas que empañan las palabras.
Barataria, 15.X.2013, del libro POST SCRIPTUM
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